Contemplar las pinturas de Viredo Espinosa me provoca bailar… ¡al ritmo cubano! El primer impacto es el color. Aquí reside el fuerte contenido emotivo. Es equilibrado, lírico y… sereno. Los elementos de la composición están hábilmente contrapuestos, irradiando una musicalidad lúdica. El ojo puede moverse y explorar las múltiples referencias a la tierra, el cielo, el mar y la presencia humana en el interior… y los peces. Casi siempre hay peces.

Dentro de las divisiones planas, fragmentadas, semejantes a un mapa del espacio se pueden encontrar símbolos y patrones parecidos a un mapa. A menudo, una masa de agua en forma de río divide una sección de la pintura de otra. ¿Podría tratarse de una reflexión subliminal acerca de su carrera dividida como artista de bellas artes y artista comercial y el conflicto recurrente forzoso en esta situación… pero de mayor importancia, acerca de su lealtad y su vida que se vieron divididas como exiliado cubanoamericano?

En ocasiones derivado del Guernica de Picasso (¡hay que reconocer que fue una influencia poderosa!), la obra de Viredo acarrea elementos de cuentista y de una identidad arraigada en circunstancias particulares: los pintorescos personajes de raíces africanas de su niñez, la agitación política y el posterior exilio de su patria y la teatralidad de su ciudad adoptada, Los Ángeles, tierra de las estrellas de cine y la fantasía.

Miembro de "Los Once", un grupo de pintores cubanos disidentes, Viredo no abandonó del todo la representación según los lineamentos de la ideología general del grupo, sino que eligió seguir siendo "accesible". Su arte nació de la vida, es parte de la vida y sin duda para él, es la mejor parte de la vida.

DONNA WESTERNMAN
Art Professor Orange Coast College
Costa Mesa, CA